Cae Brasil. Cae un poco, pero se siente mucho.
Estamos viviendo una etapa de crisis emocional colectiva, donde casi todos parecen haber entrado en una catacombe emocional y espiritual reflejada en malos humores, agresiones y enfermedades.
Me gustaría poder gritar a cuatro vientos que todo pasa. Que se toca fondo y se sube, porque no hay mas para donde ir que no sea para arriba. Me gustaría poder abrazar a todos mis seres queridos en estado de desesperación, y contarles que se sale, que la vida es maravillosa por mas corrupción, inflación y tarjetas de crédito con cuentas obcenas.
Brasil se olvida que 12, 15 años atrás tampoco alcanzaba y tampoco veraneaba en Europa. Sin embargo el carnaval siempre alegró.
Cuestionamientos de futuro incierto angustian las almas en el horario de novela.
Cae Brasil, pero no tanto. Y lo difícil es levantar la vista y sacarse los lentes que nublaban la realidad real.
Pero se puede. Y se va.