La muerte de Mario Benedetti me significa la muerte de una era. Como la muerte del padre, no esperada.
Su muerte es el dolor de una nostalgia no vivida, una época llena de utopías, sueños y esperanzas. Como si muriera sabiendo que no se puede hacer más, o que no sirvió de nada.
Hace 3 días murió Mario Benedetti y me volqué en sus poemas que hace tanto no leía. “Pasatiempo”, “Te quiero”, “Si Dios fuera mujer” y aquel que me hacía llorar tanto a los 20 “El sur también existe”. Las lágrimas vuelven a caer en mi cara, como si fuera la primera vez que mis ojos recorren sus versos.
Lloro con sus letras, cómo inspira! Me da un nudo en el estómago pensar que no está más. Se van muriendo aquellos que podían leer la realidad, que sabían decirnos, guiarnos, abrazarnos y cuidarnos.
“No te preocupes, Cris”, me dice, “esa gente nunca muere. Renacen constantemente.” Espero que tus palabras sean ciertas, no un consuelo para mi pesimismo categórico de la realidad que nos toca.