Ella me pide upa, colo en portugués
que no la quiere nadie y se siente sola.
Yo le respondo lo que pienso,
que son pocos los que conozco tan enteros,
tan valientes
tan reales.
Al mismo tiempo recibo una poesía de Saramago de mi amigo.
¡Y qué poesía!
Pienso cuanto tememos a la libertad.
Pienso cuanto papá me enseñó a ser libre.
Pienso cuanto mi amiga tiembla al pensarse libre, cuanto se escapa de su propio ser.
Pienso y siento.
Siento aquella vez,
en un gomón en medio del Nahuel Huapi,
tenía ¿12 años?,
y papá para el motor y nos dice a los tres:
“¿Escuchan algo?”
Silencio.
“¿Ven este paisaje hermoso?
En Europa es igual, pero ¿saben la diferencia?
Acá estamos solos.
Esto es nuestro.
Nuestro país. Y tenemos paisaje y naturaleza solo para nosotros”.
Y con eso,
con poco.
Con silencio,
lago y montañas,
una tarde en la Patagonia,
hace tanto,
él con su libertad y desfachatez,
me enamoró de la tierra.